Compartimos: ANTROPIZACIÓN DEL ESPACIO LITORAL, tema incluido en la segunda parte del Capitulo 1: LA VALORIZACIÓN TURÍSTICA DEL ESPACIO LITORAL del libro: GESTORES COSTEROS. DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA: UNA APLICACIÓN EN ÁREAS LITORALES. / Graciela Benseny (Coord.) - 1° ed. – Mar del Plata. Universidad Nacional de Mar del Plata, 2013, 248 p. Primera edición: diciembre 2013. ISBN: 978-987-543-755-5 Impreso en: Editorial Martín, Mar del Plata. Diseño y diagramación interior: Graciela Benseny Impreso en Argentina.
Capítulo 1. (Tercera Parte)
LA VALORIZACIÓN TURÍSTICA DEL ESPACIO LITORAL
EL ESPACIO LITORAL:
ANTROPIZACIÓN DEL ESPACIO LITORAL
ANTROPIZACIÓN DEL ESPACIO LITORAL
Dra. Graciela Beatriz Benseny
Universidad Nacional de Mar del Plata. Grupo Turismo y Territorio
Espacios Naturales y Culturales.
ANTROPIZACIÓN DEL ESPACIO LITORAL
El hombre y la moderna sociedad tecnológica constituyen un importante agente transformador de la naturaleza, crean nuevos paisajes como resultado del desplazamiento de un lugar a otro, extracción de recursos minerales, reorganización del territorio en configuraciones adecuadas para la construcción de rutas, aeropuertos, edificios, embalses, canales, equipamiento turístico-recreativo, y otras estructuras propias de las urbanizaciones costeras. Estas actividades suponen el traslado de modelos de urbanización hacia nuevos lugares, en algunos casos prístinos, donde a partir de la valorización de la zona costera es necesario destruir ecosistemas preexistentes y hábitats de animales y plantas, para crear el nuevo destino turístico. Las obras de equipamiento e infraestructura urbano-turística se convierten en un proceso que destruye por enterramiento los ecosistemas y hábitats originales y anteriores a la urbanización.
En palabras de Fernández (1998), el hombre ha alterado en gran manera las superficies continentales a través de la forestación, deforestación y urbanización. La acción humana se inscribe en la articulación sociedadnaturaleza, donde el ambiente actúa como soporte natural (tierra, aire, luz, agua) para satisfacer la demanda de un grupo social, surgiendo de las necesidades metabólicas de su subsistencia, que derivan de exigencias adicionales y requieren del hábitat tecnológico para acondicionar el soporte natural en términos de asentamiento.
Según Roccatagliata (1998), desde una visión global del territorio concebido como sistema, se puede desagregar en diferentes subsistemas, de los cuales el sistema de asentamientos humanos incluye los vínculos y redes del ordenamiento territorial y el sistema natural actúa como soporte de la actividad. Ambos interactúan con una dinámica diferente. La intervención del hombre modifica la dinámica del sistema natural, cambiándola por otra y ambas producen procesos y fenómenos que alteran la estabilidad del sistema socio-espacial, originando riesgos y sometiendo a diferentes grados de
fragilidad a los distintos componentes del espacio y a la población.
El análisis de las implicaciones espaciales del turismo depende de los usos y actividades proyectados sobre el territorio. La explotación de los recursos naturales o culturales define la localización espacial del turismo y permite diferenciar entornos configurados por la función turística. La importancia tradicional del espacio litoral turístico conforma el ámbito donde se concentra la mayor parte de la oferta y flujos turísticos, y al mismo tiempo, refleja los mayores efectos de transformación y reorganización territorial (Vera Rebollo et al., 1997).
Los procesos de reestructuración y calificación del turismo en el área litoral merecen especial atención, debido al impacto que generan sobre el ambiente. La urbanización en la primera línea de playa destruye los principales recursos naturales, agrupados en ecosistemas frágiles (dunas, lagunas litorales, humedales), resultando amenazados por la acción antrópica.
Por otra parte, el aumento de población residente y veraneante en destinos costeros produce el agotamiento de los recursos hídricos. El diseño de la urbanización turística, unido a un manejo inadecuado de residuos y la ausencia del tratamiento de aguas residuales originan contaminación urbana sobre el área litoral, acentuando la degradación de los recursos naturales y el paisaje. Al mismo tiempo, el turismo de sol y playa exige nuevas instalaciones, como puertos deportivos y campos de golf, que agravan aún más la situación de las áreas litorales.
Las instalaciones portuarias requieren obras que desdibujan y alteran los procesos naturales, sin embargo el relleno de la costa con hormigón se convierte en una constante frecuente de observar a lo largo del litoral en diferentes contextos geográficos. Los muelles deportivos y los diques de abrigo construidos para su protección se transforman en una barrera física que interceptan artificialmente las corrientes marinas y el transporte de la arena, formando depósitos a un lado del dique o penetrando en el propio puerto. Esta situación requiere implementar acciones de dragado en forma sistemática para retirar la arena acumulada, que generalmente está contaminada por la presencia de combustibles, aguas residuales, aceites, disolventes y pinturas, arrojándola nuevamente al mar o utilizándola para regenerar playas.
Evolución de las urbanizaciones turísticas litorales
El turismo es una actividad antigua que alcanza una dimensión planetaria en el siglo XX. En los países con economía industrial que alcanzan un alto nivel de calidad de vida sus habitantes, las prácticas turísticas forman parte de las necesidades básicas de la población; por lo tanto, el turismo constituye un sector económico fundamental y se convierte en un elemento esencial de su desarrollo.
El turismo en áreas litorales implica la valorización del recurso natural. En palabras de Sánchez (1985), se basa en el uso y consumo de una combinación de factores geofísicos, donde el recurso natural es valorizado socialmente y se transforma en un recurso económico. Se trata del uso y consumo de un espacio determinado por la zona de interfase entre la tierra y el mar, donde las condiciones climáticas favorecen la exposición del cuerpo a las radiaciones solares y prácticas recreativas, convirtiendo a la playa en el escenario predilecto para las prácticas turístico-recreativas.
A nivel mundial, los destinos litorales atraen los mayores flujos turísticos internacionales. Según Cazes (citado en Vera Rebollo et al., 1997) conforman las tres principales cuencas turísticas: países bañados por el Mar Mediterráneo, Mar Caribe y Sudeste Asiático. Los destinos turísticos litorales implican un elevado uso y consumo de suelo, cambio en las actividades económicas, desarrollo de prácticas recreativas, implantación de modelos urbanos y transformación de estructuras territoriales, sociales y económicas. Sus repercusiones originan contradicciones que surgen de su crecimiento y requieren un ajuste de los destinos turísticos para satisfacer las nuevas motivaciones que impone la demanda.
El acondicionamiento del espacio natural para las prácticas turísticas y recreativas genera una serie de obras que dejan su huella en el ambiente, dado que el espacio litoral es un ambiente vulnerable para la instalación de equipamiento e infraestructura turística. El equilibrio entre turismo y ambiente se basa en la capacidad de carga de los recursos, es decir el número de visitantes que las playas, lagunas, reservas ecológicas pueden soportar en un determinado momento sin producir daños al ecosistema. La necesidad de preservar el equilibrio y controlar los procesos de urbanización, es una cuestión imperativa que requiere una legislación integrada armoniosamente con las prácticas turísticas (Benseny, 2011).
El turismo en áreas litorales responde a la modalidad de sol y playa. Posee una difusión geográfica en escala mundial. De acuerdo con la línea de pensamiento de Mesplier y Bloc-Duraffour (2000), el acondicionamiento de las costas presenta tres fases de evolución turística:
- Fase pionera. Desde mediados del siglo XVIII hasta después de la Primera Guerra Mundial, el turismo en áreas litorales se localiza en Europa Occidental con la creación de las primeras instalaciones turísticas (Brighton, Hyères, Niza) frecuentadas por los aristócratas británicos. El movimiento se incrementa en la segunda mitad del siglo XIX, incorporándose a la oferta turística las costas del Canal de la Mancha, País Vasco, Costa Azul y rivieras italianas. Crece durante la Belle Èpoque con la burguesía de las grandes ciudades que veranean en el mar y surgen las primeras instalaciones turísticas desde la iniciativa de inversores privados.
El fenómeno turístico se extiende por Europa hasta Yalta (Mar Negro) y en el continente americano en Estados Unidos, México, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Los primeros complejos turísticos responden a un modelo de ocupación del suelo similar, reflejado en un pequeño desarrollo urbano situado entre la estación de tren y el mar, el paseo marítimo y lugares de distracción (casinos o hipódromos), en las proximidades se construyen las villas residenciales rodeadas de vegetación, es el inicio de la urbanización de las costas escarpadas que ofrecen vistas panorámicas del litoral.
- Inicio del turismo de masas. En la tercera década del siglo XX se incrementan las vacaciones de verano hacia los espacios litorales y crecen las poblaciones turísticas localizadas en las costas de Europa y Norteamérica, extendiéndose en Latinoamérica, Oceanía, Asia Meridional y África Austral. Después de la Segunda Guerra Mundial, afianzada la paz en el mundo y restablecido el orden social, el fenómeno turístico se democratiza, merced al aumento del nivel de vida, los beneficios sociales, la reglamentación de la jornada de trabajo, las vacaciones pagas y los adelantos tecnológicos en los medios de transporte, marcando el inicio del turismo de masas. En las costas de Europa Mediterránea surgen nuevas localidades turísticas, extendiendo el borde costero construido a ambos lados del antiguo núcleo urbano y conquistando espacios intersticiales. Las autoridades de los primeros centros turísticos receptores encuentran en el turismo de sol y playa la manera de hacer progresar las regiones que habían quedado al margen de la industrialización.
- Explosión contemporánea. A mediados del siglo XX el espacio litoral recibe una afluencia masiva de veraneantes. Si bien los centros turísticos tradicionales conservan su importancia, existe la tendencia mundial de crear nuevos destinos para el turismo de sol y playa. Las localidades turísticas pioneras sufren una transformación urbana, el aumento del valor del suelo obliga a elevar la altura de los edificios generando un mayor número de pisos, las residencias de los paseos marítimos son sustituidas por una hilera continua de inmuebles altos, concentrando y densificando el área litoral con un uso centrado en el turismo; por otra parte, se acondicionan puertos deportivos separados de los antiguos puertos y en la periferia se construyen urbanizaciones con grandes bloques de departamentos. Aparecen nuevos núcleos turísticos separados de las instalaciones existentes, ocupando los espacios vacíos disponibles; algunos son urbanizaciones con casas modestas o conjuntos de pocos inmuebles y otros son complejos autónomos de gran extensión construidos por grupos financieros con capitales nacionales e internacionales.
En Europa Mediterránea surgen las marinas como conjuntos residenciales construidos alrededor de un puerto de recreo, decorados con altos edificios que modifican el paisaje marítimo en los principales destinos de la Costa del Sol (España), Costa Azul (Francia), Costa Esmeralda (Cerdeña). Fuera de Europa se difunde el modelo de urbanización en altura, tomando como ejemplo la ciudad de Marbella, con una fuerte concentración y consolidación del área litoral. Este mismo modelo se traslada a América, es el modelo urbanístico que prospera en Miami Beach donde se construyen gigantescos hoteles sobre la franja de arena que separa el océano Atlántico de la laguna interior, el mismo modelo se repite por todo el estado de Florida. En California y en el Caribe florecen nuevos complejos hoteleros siguiendo el modelo urbanístico en altura, en Sudamérica las grandes ciudades poseen poblaciones anexas a las costas, y en las periferias lejanas de ese momento histórico en África y Asia se construyen nuevas zonas turísticas, bajo el modelo de sitio enclavado o postizo, para responder a las exigencias de la demanda internacional.
Toma impulso un modelo de construcción basado en unidades turísticas delimitadas, hoteles aislados, clubes de vacaciones o complejos mixtos que reúnen alojamiento y equipamiento deportivo, se expanden en las costas del Magreb (Agadir, Djerba), Caribe (Cancún), Asia Meridional (Phuket), Africa Occidental (Abiyán) y Oriental (Mombasa) y en el Pacífico Sur (Vanuatu y Fidji). Tal como lo explican Cazes et al. (1980), después de la Segunda Guerra Mundial, las condiciones de desarrollo turístico comienzan a cambiar profundamente, debido a la acción de tres factores de cambio:
- Una creciente frecuentación de los destinos localizados en áreas litorales, favorecida por las medidas emanadas de los gobiernos benefectores. En Francia, después de la adopción de vacaciones pagas (1936), los sectores costeros son invadidos por el turismo de masas; lentamente las políticas de bienestar se trasladan a otros contextos geográficos favoreciendo el acceso de un mayor número de personas a las vacaciones pagas. El turismo deja de ser una actividad exclusiva de la élite para convertirse en una práctica social con un carácter masivo.
- Se incorpora el uso generalizado del automóvil individual para los desplazamientos vacacionales. Surgen estaciones localizadas en el camino que se suceden en un espacio turístico de viaje en auto, considerablemente largo y naturalmente lineal, en progresión constante. La costa mediterránea de España ilustra este proceso de expansión enruta litoral.
- El desarrollo inmobiliario turístico consagra un vasto desplazamiento sociológico y el disfrute provisorio de la apropiación definitiva del lugar de vacaciones, modulado por la propiedad espacio- temporal, surgiendo nuevos espacios, fácilmente urbanizados, investigados y ordenados dentro de un contexto especulativo. Las inversiones realizadas responden a las necesidades de todas las clases sociales, la especulación financiera, la venta de terrenos y la construcción de residencias secundarias alineadas en forma paralela al mar. Se manifiesta la necesidad de una urbanización anárquica en los bordes costeros con grandes despilfarros de espacios y producción turística.
En palabras de Vera Rebollo et al., (1997), el crecimiento del turismo en el espacio litoral responde a patrones similares, fórmulas estandarizadas y fuertes concentraciones espaciales a lo largo de la costa. En la actualidad, se plantea la reorientación hacia fórmulas más cualitativas que buscan dar respuesta a las expectativas de una demanda más heterogénea.
Las nuevas estrategias del turismo en el espacio litoral plantean el problema resultante de la excesiva concentración de la oferta en la franja costera, la reestructuración de los actuales modelos de implantación buscan una mejor distribución de la oferta en el territorio y la incorporación del espacio interior en el desarrollo del turismo.
Los primeros núcleos e implantaciones con función balnearia aparecen a fines del siglo XVIII y principios del XIX, próximos a los centros urbanos europeos creados por la revolución industrial. Responden a una demanda elitista que requieren grandes instalaciones y servicios de animación, se sitúan en un entorno que privilegia la contemplación del mar ante el uso recreativo. El clima agradable, el paisaje costero atractivo y el auge de la talasoterapia son factores que determinan la localización lineal que caracteriza al modelo de desarrollo del turismo litoral.
El acondicionamiento del espacio litoral produce transformaciones urbanas en el área localizada frente al mar. Los nuevos centros turísticos litorales presentan un paseo marítimo, el alojamiento hotelero de prestigio se construye en la primera línea del área litoral y el trazado de las carreteras mediterráneas son paralelas al borde marítimo, buscando la contemplación del paisaje litoral. Estos centros turísticos aspiran mantener su función durante la temporada invernal, debido a las condiciones de heliofanía y propiedades terapéuticas del clima mediterráneo.
El proceso de industrialización produce un cambio cualitativo y cuantitativo en la emisión de flujos turísticos. Los adelantos tecnológicos en los medios de transporte, el incremento del nivel de vida de los habitantes, la práctica de vacaciones en las clases trabajadoras y la búsqueda del sol y mar convierten al turismo en un fenómeno masivo integrando nuevas áreas de destino alejadas de los centros emisores. Se inicia un proceso de transformación de las estructuras territoriales, urbanas sociales y económicas en el espacio litoral surgiendo nuevos centros turísticos, de manera espontánea o planificada.
En concordancia con la línea de pensamiento de Vera Rebollo etal. (1997), la expansión del turismo masivo en áreas litorales produjo una refuncionalización y nuevos modelos de organización territorial, así como una homogeneización en las formas de creación de la oferta basada en el turismo de sol y la playa con fuerte concentración espacial sobre la costa. La masividad del turismo y las nuevas prácticas de organización empresarial plantean un modelo de producción fordista reflejado en el crecimiento de la oferta de alojamiento e incremento de los flujos turísticos en los centros receptores. Al mismo tiempo, los adelantos tecnológicos favorecieron la reducción en los costos y tiempos de traslado, permitiendo el acceso de nuevos espacios litorales al mercado turístico, localizados a mayor distancia de los principales centros emisores y unidos en menor tiempo de desplazamiento.
A mediados del siglo XX, el modelo turístico en áreas litorales registra una nueva tendencia. La incorporación de los nuevos destinos costeros localizados en las periferias alejadas presentan ventajas comparativas (exotismo, calidad ambiental, tarifas reducidas) que impulsan a los destinos tradicionales a asumir una posición competitiva, basada en la calificación y diversificación del producto turístico. En los destinos maduros se plantea una estrategia que vincula el territorio y el ambiente, planteando la renovación de una oferta indiferenciada que busca una armonía con el recurso natural, basado en una gestión responsable del destino.
Unido a la necesidad de renovación de la oferta tradicional surgen cambios en el comportamiento de la demanda, cuyas repercusiones son determinantes en los atractivos y prácticas turísticas y recreativas. La búsqueda de autenticidad y diferenciación en la experiencia turística y recreativa, la reciente valoración del recurso natural y de los espacios no degradados, la actitud activa y el rechazo la estandarización de la oferta en las áreas litorales, son los factores determinantes en la definición de una multipropiedad con la finalidad de mantener la dinámica constructiva; pero estos intentos de recuperación de la demanda siguen creando una oferta estandarizada y masificada, sin encontrar respuesta a la cuestión de fondo basada en la reestructuración global, la reorientación y criterios de recuperación ambiental que favorezcan nuevas formas de producción alejadas del modelo industrializado (Vera Rebollo et al., 1997).
La disminución de los flujos turísticos dirigidos hacia el Mar Mediterráneo finalizando la década de los años ochenta, impulsó la reorientación e inserción de los destinos maduros con criterios de sostenibilidad. La cuestión radica en hacer atractivo el turismo de sol y playa bajo un modelo responsable, sin olvidar que el auge de las nuevas modalidades turísticas no impide que el espacio litoral siga siendo el principal destino estival para las sociedades industrializadas. La dificultad de los centros turísticos tradicionales para diversificar y adecuar su producto y servicios a las nuevas exigencias de la demanda, coincide con el auge de los nuevos destinos competidores en un mercado cada vez más globalizado.
La reestructuración de las áreas turísticas litorales requiere el compromiso social de los diferentes actores que operan en cada destino para definir los procesos de limitación y control del crecimiento de nuevas plazas hoteleras, la reordenación de áreas saturas por la urbanización, la protección y recuperación del entorno, las mejoras ambientales en la construcción de infraestructura y equipamiento, la diversificación y complementación del producto (Vera Rebollo et al., 1997). Ante la necesidad de redefinir el modelo turístico, como reacción al estancamiento y declive de la demanda, las nuevas estrategias turísticas localizadas en áreas litorales surgen de la iniciativa local. Se implementan planes estratégicos locales que exigen la coordinación de iniciativas públicas y privadas, a fin de afrontar el futuro mediante la identificación de las cuestiones más relevantes para el rejuvenecimiento de las áreas en declive.
Tal como afirman Vera Rebollo et al. (1997), el crecimiento acelerado y desorganizado de la actividad turística en áreas litorales requiere la necesidad de frenar la expansión continuada de asentamientos y el consumo del suelo como objetivo dominante del sector empresarial. Los nuevos escenarios para el futuro de la actividad aspiran el desarrollo sostenido e impulsan a mejorar y diversificar la oferta cambiando los modelos estandarizados. El desafío consiste en encontrar una manera para fijar pautas que limiten la expansión territorial, ante la búsqueda de la rentabilidad de los procesos inmobiliarios que prevalece en los modelos de implantación urbano-turística.
La adopción de nuevos patrones con características cualitativas se transforma en un proceso complejo donde se enfrentan los intereses de las administraciones y de los operadores económicos. La adaptación de la oferta tradicional del espacio litoral a las nuevas exigencias de la demanda para nueva estrategia basada en una dimensión territorial y ambiental que busca redefinir el modelo de implantación turística. La respuesta impone límites al crecimiento y al número de plazas, acompañada por la reestructuración de áreas degradadas, la inserción de elementos capaces de calificar y diversificar el producto convencional, la protección y recuperación del entorno natural y la opción por nuevas tipologías paisajísticas.
El problema de obsolescencia de la oferta tradicional en los destinos maduros, con la consecuente disminución de los flujos turísticos intentó resolverse desarrollando una oferta complementaria al alojamiento, creando complejos integrales, al margen del espacio turístico cada vez más degradado. A partir de 1980 surgen nuevos modelos de urbanizaciones en espacios maduros de la costa de Europa Mediterránea, vinculados con promociones inmobiliarias y oferta complementaria (golf, náutico-deportes).
Se imponen formas de comercialización de la oferta de alojamiento, como la mantener la competitividad del destino requiere una diferenciación y diversificación del producto. En los destinos de sol y playa se trata de aprovechar la singularidad para diferenciarse de la región turística y se busca la diversificación del producto insertando nuevos elementos, así surgen productos que integran el recurso natural y cultural, elaborando fórmulas turísticas combinando turismo cultural y turismo de sol y playa.
La estrategia de reformulación del modelo turístico de sol y playa, basado en la obsolescencia de la oferta tradicional y la degradación de los destinos costeros debido a la frecuentación masiva y la búsqueda de espacios adecuados a las exigencias que impone la demanda, deriva en la elaboración de proyectos de nuevas urbanizaciones turísticas sobre el espacio litoral.
Bajo estas condiciones, surgen los grandes complejos hoteleros, que asumen independencia y delimitan el carácter periférico del espacio turístico. Se impone el modelo de resort especializado y planificado de manera integral, ofreciendo todos los servicios necesarios para la experiencia turística placentera: animación, equipamientos deportivos (náuticos y golf), diversidad en las formas de alojamiento y variedad de centros comerciales.
El devenir del turismo en el espacio litoral genera una ocupación lineal y constituye el rasgo característico de los procesos de implantación de la modalidad turística de sol y playa. Esta situación contribuye a la degradación estética y ambiental de la zona costera, agudizando los contrastes dentro de las propias regiones donde se desarrolla el turismo de sol y playa y entre áreas dinámicas que polarizan las iniciativas y el empleo frente al abandono de espacios rurales del interior, claramente desfavorecido en la refuncionalización del territorio que impone la actividad turística. En palabras de Vera Rebollo et al. (1997), se generan espacios turísticos litorales fuertemente especializados en la monoactividad turística, donde prevalece la condición de litoralidad.
Planificación turística
La planificación física es una técnica que busca encontrar una respuesta racional a los problemas causados por el uso inadecuado del suelo. Con el objetivo de ordenar el territorio, su función se basa en el perfeccionamiento del uso del suelo que evite el agotamiento prematuro de los recursos debido a una explotación irracional. Por tanto, ordena las acciones del hombre sobre el territorio, resuelve armónicamente la construcción de todo tipo de obras y anticipa el efecto de la explotación de los recursos naturales (Boullón, 1985).
Al término de la Segunda Guerra Mundial prevalece la planificación regional o economicista, centrada en la eficiente asignación de los recursos y medios, partiendo de objetivos previamente determinados para ser alcanzados en un plazo establecido. El planificador asume un rol tecnocrático y se convierte en un especialista que tiende a encasillar o acomodar la realidad a su perspectiva, identificar y manejar las variables desde el punto de vista económico. Según Molina y Rodríguez (1987) el proceso de planificación racional ideal requiere:
a) Determinar con exactitud el vacío o el estado de ambigüedad presente en un territorio.
b) Identificar todas las alternativas posibles para superar ese vacío.
c) Conocer y evaluar las consecuencias que produciría cada alternativa, si se pone en marcha. Estas consecuencias están ligadas a los contextos cultural, político, económico, social y ecológico, siendo necesario conocerlas para cada alternativa identificada.
d) Seleccionar la opción más eficiente en relación con los fines y estrategias globales y con pleno conocimiento de los efectos que traerá consigo en los contextos cultural, político, económico, social y
ecológico. La alternativa seleccionada será considerada la óptima y las consecuencias serán calificadas como las preferidas.
La planificación racional ideal aspira definir correctamente el problema, buscando las alternativas y consecuencias del vacío que se pretende solucionar. Las críticas a la planificación racional se basan en la imposibilidad práctica para identificar todas las alternativas, en relación con la superación de determinado estado de ambigüedad, y conocer y evaluar todas las consecuencias derivadas de cada alternativa. Los productos más conocidos del enfoque de planificación racional son el plan maestro y el plan regional; en la actualidad está en crisis el estilo racional y sus productos y se impone un modelo de planificación participativa (Robirosa, 1996).
El proceso de planificación del turismo se orienta en base al producto que se pretende obtener mediante su desarrollo. Los productos de la planificación turística están limitados por diferentes niveles, ámbitos y destinos preestablecidos. Los principales productos son los planes nacionales de turismo, siguiendo en orden de importancia los planes regionales de turismo, los planes provinciales, los planes locales (donde se incluyen los urbanos), los programas de desarrollo y los proyectos turísticos.
La planificación del turismo adquiere distintas formas según el país o región, monto y naturaleza de las inversiones que prevé el desarrollo de su estrategia y la disponibilidad de recursos económicos en sus diferentes núcleos de poder y decisión. En el análisis de Hernández Díaz (1982), la planificación de la actividad turística en las economías occidentales de mercado y en particular en los países latinoamericanos, donde el sector público ha logrado una fuerte intervención la economía, puede asumir diferentes modalidades y ser: indicativa, imperativa y mixta.
En la planificación indicativa el Estado no interviene directamente en la realización de obras o en inversiones definidas, la concreción del proceso queda en manos del capital privado, la ejecución del plan depende de la capacidad del Estado para captar al capital privado mediante la aplicación de políticas económicas específicas. Por lo contrario, en la planificación imperativa la ejecución del proceso se realiza con recursos del sector público en su totalidad, sin intervención del capital privado y se rige por un organismo estatal encargado del desarrollo integral de dicho proceso.
La tercera opción, la planificación mixta combina capital privado y público, se presenta cuando el desarrollo del centro turístico requiere fuertes inversiones y las posibilidades del mercado son grandes, el Estado invierte en infraestructura (rutas de acceso, servicios públicos, aeropuerto) y el sector privado en equipamiento (alojamiento, gastronomía, recreación, centros comerciales, etc.).
El auge del turismo después de la Segunda Guerra Mundial produce una aglomeración de infraestructura y equipamiento creada para la prestación de servicios en los centros turísticos receptores. Ante el creciente número de urbanizaciones turísticas, en algunos países el Estado nacional inicia una política de ordenación del espacio litoral. En el continente europeo, según Cazes et al. (1980) y Lickorish (1994), en España se elabora el Plan Nacional de Turismo en 1953 y el Plan Turístico de la Costa Brava y Costa del Sol en 1960, en Francia se crea la Sociedad de Equipamiento Turístico para Córcega en 1957. Si bien son las primeras medidas tomadas, resultan insuficientes para controlar el desarrollo turístico del litoral.
El crecimiento desmedido de las urbanizaciones y el mayor número de desplazamientos, posicionan al turismo como una actividad económica. A mediados del siglo pasado, se impone un discurso ficial que enfatiza los efectos positivos del turismo en la economía nacional, basado en la generación de nuevos puestos de trabajo, el incremento de divisas y el logro del desarrollo regional. Las autoridades se involucran con la actividad y anhelan atraer parte de los flujos turísticos hacia las áreas litorales, ordenan su desarrollo en forma armoniosa e inician una etapa basada en la planificación de nuevos centros turísticos. Entre algunos de los ejemplos más destacados se puede citar la planificación del litoral mediterráneo francés Languedoc-Roussillon. El gobierno de Francia preocupado por el alto número de franceses que elegían las costas de España para pasar sus vacaciones, decide crear nuevas estaciones de sol y playa para retener y fomentar el turismo nacional; el plan incorpora la construcción de nuevos complejos funcionales, la expansión y un nuevo desarrollo de los centros existentes. En 1963, el Estado confió a una comisión interministerial la coordinación de los esfuerzos de los poderes públicos, corporaciones locales y promotores, para realizar siete nuevas estaciones (desde Port-Camargue hasta Port-Barcarès), repartiendo las tareas entre sociedades públicas y privadas. El Estado financió las grandes operaciones previas, como la adquisición de los terrenos, la fumigación, la construcción de una autopista en Languedoc; las sociedades de economía mixta y las corporaciones locales equiparon los terrenos, construyendo carreteras y redes de distribución y los promotores aseguraron la construcción de los alojamientos, dándole a cada localidad una unidad y estilo propio. La operación demandó veinte años según lo comentan en sus respectivas obras literarias: Cazes et al. (1980), Pearce (1988), Lozato Giotart (1990) entre otros.
El turismo aparece en los planes quinquenales de los países europeos del Este socialista, como un medio de animación y organización del espacio litoral. La ex-Yugoslavia organiza planes regionales sobre la costa dálmata del litoral Adriático, primero en el sur del país (1966-1969) y luego en el norte (1970-1972). En Rumania y Bulgaria se construyen nuevos complejos turísticos sobre las costas del Mar Negro. Próximos a Mamaia y Constanza en Rumania, aparecen Eforia y Constelación del Sur; en Bulgaria se amplía la oferta turística con la incorporación de Sables d´Or y Costa del Sol, a los ya tradicionales centros vacacionales de Varna y Bourgas.
En la ex Unión Soviética, sobre las costas de Crimea y del Cáucaso, el desarrollo turístico planificado anterior a la Segunda Guerra Mundial, destina la mayor parte del presupuesto a los grandes establecimientos de turismo organizado. En la década de los años sesenta del siglo XX aparecen los kurorts, como estructuras administrativas que integran estaciones balnearias y ciudades de cura con aguas termales situadas en regiones interiores alejadas de la costa.
En algunos países, el desarrollo turístico en el espacio litoral está integrado en operaciones globales de revalorización económica y conservación del entorno. Así ocurre en los Países Bajos con el Plan Delta, en Italia con la revalorización del Mezzogiorno o en Estados Unidos con el acondicionamiento de la costa de Georgia. En estos tres casos citados, el turismo asume un aspecto complementario del desarrollo regional.
Fuera de Europa las urbanizaciones turísticas en el espacio litoral se localizan en Miami Beach (Florida), California y en el Mar Caribe, donde surgen nuevos complejos hoteleros, en Sudamérica las grandes ciudades poseen poblaciones anexas a las costas, en África y en Asia se construyen nuevas zonas para responder a la demanda internacional. En el Tercer Mundo prospera el modelo de construcción basado en unidades turísticas delimitadas, hoteles aislados, clubes de vacaciones o complejos mixtos que reúnen alojamiento y equipamiento deportivo, se localizan en las costas del Magreb (Agadir, Djerba), Caribe (Cancún), Asia Meridional (Phuket), Africa Occidental (Abiyán) y Oriental (Mombasa) y en el Pacífico Sur en los archipiélagos de Vanuatu y Fidji (Lozato Giotart, 1990).
Centros turísticos tradicionales
Los centros turísticos tradicionales o espontáneos se desarrollan sobre un espacio, donde el turismo no necesariamente representa la primitiva y principal actividad, sino que asume una forma de ocupación del suelo que implica un reordenamiento territorial, compartiéndolo con otro tipo de actividades complementarias que resultan indispensables para la producción y el consumo turístico.
Desde los comienzos de la actividad, el turismo en el espacio litoral atrae a la mayoría de los veraneantes y se desarrolla en la proximidad de un núcleo urbano introduciendo una reorganización del territorio. El esquema general de la distribución espacial del turismo presenta un núcleo residencial apoyado sobre otro núcleo próximo a la orilla del mar donde se localiza el paseo marítimo (rambla, malecón, boulevard) con vista a la playa, los comercios, el alojamiento, los establecimientos de lujo, el equipamiento de animación (hipódromo, casino, juegos) y cuando las condiciones naturales lo permiten surge el puerto deportivo. Las posibilidades de expansión del espacio litoral turístico en un centro tradicional están sujetas a la propiedad y tenencia de las tierras, incrementando su valor como consecuencia del crecimiento de la actividad (Lozato Giotart, 1990).
Los centros turísticos tradicionales crecen en forma espontánea y se adaptan a las condiciones que presenta el medio físico, produciendo una reorganización del espacio que no siempre está acompañada por una legislación previa. La crítica más fuerte que reciben se basa en el desorden espacial producido como consecuencia de un desarrollo carente de planificación. El crecimiento desmedido supera la capacidad de carga del recurso y origina un impacto negativo sobre el medio físico que se traduce en un agotamiento del destino turístico debido a la pérdida de sus valores culturales y repercusiones ambientales (Lozato Giotart, 1990).
Centros turísticos planificados
En la década de los años setenta, la aparición de los nuevos centros turísticos planificados como producto de la planificación tradicional, se incorpora a la oferta de los centros turísticos espontáneos o tradicionales y originan una amplia variedad de poblaciones turísticas localizadas sobre espacios litorales. En función a la dimensión de los establecimientos turísticos, la importancia de la función balnearia en relación con otras actividades, la organización interna de la población, así como la relación con el ambiente, Mesplier y Bloc-Duraffour (2000) clasifican las localidades turísticas localizadas en espacio litoral en:
- Localidades marítimas elementales. Se trata de enclaves especializados, alejados de las zonas construidas y desarrollados a partir de 1960.
Poseen grandes hoteles equipados integralmente con variedad de restaurantes, piscinas y áreas de recreación y complejos de urbanizaciones aislados o situados a varios kilómetros unos de otros con un desarrollo turístico reciente. En los países turísticos tradicionales, como Francia o Italia, no es un fenómeno tan común, dado que los enclaves hoteleros en general han sido absorbidos por las sucesivas oleadas de urbanizaciones y se han integrado a espacios turísticos más amplios.
- Localidades marítimas especializadas. Son poblaciones creadas con fines turísticos o ciudades donde la función turística se impuso a las demás. El equipamiento (alojamiento, restauración y comercios) se adapta a la población turística y cuando el turismo reviste carácter estacional evidencia un sobre dimensionamiento de la oferta. La escasa presencia de otro tipo de actividades les otorga alta vulnerabilidad ante condiciones climáticas adversas.
- Localidades polivalentes. El turismo es una de las actividades económicas, junto con otras funciones industriales y del sector terciario. La polivalencia se refleja en una organización del espacio urbano en núcleos distintos y posee menor vulnerabilidad con respecto a las fluctuaciones de la temporada turística.
Por otra parte, resulta interesante incluir el análisis realizado por Pearce (1988) basado en el interés de la planificación espacial según los diferentes niveles de jurisdicción. En el nivel nacional y regional es fundamental la selección y distribución de las áreas que serán desarrolladas, considerando el potencial turístico, los objetivos económicos, sociales y ambientales, así como también las relaciones con otros sectores de la economía; en tanto que en el nivel local o individual de la ciudad o centro turístico prevalece el diseño físico y la estructura existente.
La planificación en el nivel nacional en países que poseen poco desarrollo turístico requiere el análisis de los recursos y la delimitación de las áreas a desarrollar. En las naciones donde el turismo es una actividad importante, la planificación se centra en lugares específicos o en acciones correctivas para mitigar las consecuencias negativas producidas por la actividad. En ambos casos es fundamental una coordinación espacial con otros sectores de la economía, el desarrollo de la infraestructura debe considerar las necesidades y demandas del turismo, agricultura e industria de la zona, y de la comunidad local. La coordinación es fundamental para evitar la destrucción de los recursos por otras actividades.
En el nivel regional la iniciativa puede surgir de la región, o bien de las regiones turísticas identificadas en el nivel nacional en función de la asociación espacial de los atractivos e instalaciones existentes. De esta manera, es posible definir jerarquías funcionales, un centro regional puede servir como acceso a la región, proporcionar servicios y funciones de orden mayor, proyectar una imagen de promoción más fuerte y actuar como polo de desarrollo. Este centro puede desarrollarse en torno a una mayor concentración de atractivos, o bien, puede ser un centro nuevo.
Los aspectos ambientales son imperativos en el nivel regional, siendo necesario aplicar estrategias espaciales. Las medidas de zonificación pueden alentar la concentración o dispersión de la actividad turística. La concentración favorece la localización de las instalaciones en ciertas localidades; en cambio, la dispersión estimula la distribución de desarrollos en pequeña escala en toda la región, reduciendo las presiones ambientales en un determinado lugar.
La planificación espacial en el nivel local se ocupa de la organización física donde se encuentran los recursos (naturales o culturales) con localización fija y cierto grado de vulnerabilidad. Se debe evitar comprometer el lugar, física o visualmente, con la ubicación imprudente de edificios, dado que el espacio litoral es particularmente vulnerable y el desarrollo sobre una duna frontal o su remoción ocasiona erosión. La planificación aspira el desarrollo armónico del área mediante un equilibrio adecuado entre la capacidad de carga, calidad y estilo urbanístico y compatibilidad de actividades, tanto turísticas como no turísticas.
Al planificar un desarrollo turístico, además de las condiciones físicas se debe considerar el uso y tenencia de la tierra. La compra de grandes extensiones de tierra o la adquisición de los derechos para ocupar un lugar resulta una condición previa al desarrollo del centro turístico planificado. El acceso al terreno brinda la posibilidad de desarrollar el centro turístico en su totalidad, construirlo como una unidad integral y funcional de acuerdo con los principios arquitectónicos o de planificación urbana.
Tal como analiza Pearce (1988), la adquisición previa de la tierra minimiza los efectos de la especulación, reduce los costos legales y permite una recuperación más rápida de la inversión. Los lugares que ofrecen mayores extensiones de tierra en manos de menos propietarios resultan más
favorables comparados con los terrenos con superficies más pequeñas, fragmentadas y con más dueños, como así también aquellos terrenos cuyo título de propiedad está compartido entre varias personas. Las variaciones en la propiedad y tenencia de la tierra pueden influir tanto en la localización de los centros turísticos como en su forma de urbanización.
Los centros turísticos integralmente planificados se adaptan al concepto de “new towns” o las “villes nouvelles” y surgen como producto de grandes operaciones de urbanismo. A diferencia de los diseños tradicionales con crecimiento espontáneo periférico que concentra aglomeraciones suburbanas, la ciudad planificada aspira integrar el crecimiento urbano en sistemas de equilibrio que mantengan el diseño original, pensado para un mercado que apunta a cambiar las pautas de vida de la zona donde proviene. La identificación de este mercado, permite reconocer un nuevo inversor y una nueva posibilidad de actuación entre el capital y el Estado.
GESTORES COSTEROS DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA:
UNA APLICACIÓN EN ÁREAS LITORALES
UNA APLICACIÓN EN ÁREAS LITORALES
A la memoria de María Marcela Eraso,
quien formó y acompañó con toda su pasión a los
“Gestores Costeros”
Este libro es el resultado de investigaciones realizadas por las autoras, en algunos casos surgen del desarrollo de tesis de grado y posgrado, cursos de posgrado, presentaciones en reuniones científicas y actividades de transferencia realizadas a través del Proyecto de Extensión Gestores Costeros de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Se incluyen estudios de caso, reflexiones y conclusiones de diferentes investigaciones y experiencias educativas realizadas por parte de los integrantes del grupo Gestores Costeros. Se estructura a
través de un eje transversal que analiza las problemáticas ambientales en diferentes áreas litorales y las acciones de concientización turístico-ambiental tendientes a mitigar los efectos negativos de las obras del hombre. Se describen experiencias educativas realizadas por alumnos de la carrera de Licenciando en Turismo en instituciones de enseñanza inicial, primaria, secundaria y de formación profesional. Se espera que los aportes teóricos y las experiencias educativas sirvan de base para seguir profundizando el tema y los resultados del libro se conviertan en un instrumento de difusión en las ciudades costeras, cumpliendo con el compromiso de la Universidad hacia la comunidad y la relación entre ambas.
AUTORAS:
Graciela Benseny. Licenciada en Turismo y Magister en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano, Universidad Nacional de Mar del Plata. Doctora en Geografía, Universidad Nacional del Sur.
Mónica García. Licenciada en Geografía y Magister en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano, Universidad Nacional de Mar del Plata. Doctora en Geografía, Universidad Nacional del Sur.
Cristina Varisco. Licenciada en Turismo y Magister en Ciencias Sociales con mención en Economía, Universidad Nacional de Mar del Plata.
María Graciela González. Licenciada en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Noelia Padilla. Licenciada en Geografía, Universidad Nacional de Mar del Plata. Becaria CONICET.
Noelia Maresca. Profesora en Geografía, Universidad Nacional de Mar del Plata. Becaria CIN.
Jorgelina Cano. Licenciada en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Guadalupe González. Licenciada en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Lucía Campoliete. Alumna de la carrera de Licenciado en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Lucía Comelli. Alumna de la carrera de Licenciado en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Carolina Irigoin. Alumna de la carrera de Licenciado en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Virginia Jouanny. Alumna de la carrera de Licenciado en Turismo,Universidad Nacional de Mar del Plata.
Constanza Lalli. Alumna de la carrera de Licenciado en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Noelia Lao. Alumna de la carrera de Licenciado en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Jésica Ojeda. Alumna de la carrera de Licenciado en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Ailín Mailén Tur Mauri. Alumna de la carrera de Licenciado en Turismo, Universidad Nacional de Mar del Plata.
AGRADECIMIENTOS
El presente libro pone en consideración algunos resultados de tesis de grado para obtener el título de Licenciado en Turismo, tesis correspondientes a estudios de maestrías y doctorados, así como también, trabajos de investigación de cursos de posgrado. De manera particular, se describen diferentes experiencias educativas planificadas y realizadas por alumnos integrantes del Grupo de Extensión Gestores Costeros. Por tanto, nuestro primer agradecimiento está dirigido a todas las instituciones educativas que nos abrieron sus puertas, permitiendo llevar nuestro mensaje y concretar las acciones de concientización turístico-ambiental.
Es nuestro deseo agradecer a la CP. Lic. María Eugenia Libera, quien desde su rol de Secretaria de Extensión y Transferencia de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales en el momento de presentar el proyecto Gestores Costeros, nos entusiasmó para concretar cada uno de los pasos a seguir. Gracias al asesoramiento de nuestra querida “Maru” pudimos cumplir con todos los requisitos formales; sin su ayuda y consejos quizás los resultados hubieran sido diferentes.
También, es nuestro deseo agradecer todo el apoyo recibido del actual Secretario de Extensión, Msc. Raúl de Vega, haciéndolo extensivo a todo el equipo que lidera. Una especial mención para la Lic. María Laura Roberto, quien nos acompaña y facilita la tarea administrativa.
En forma especial, queremos agradecer a todos los evaluadores de cada uno de los capítulos publicados, producto de investigaciones, tanto con carácter de grado como posgrado. Destacando particularmente: Dra. Patricia Ercolani y Dr. Roberto Bustos Cara (Universidad Nacional del Sur, Argentina), Dr. Miguel Seguí Lliñás y Dra. Isabel Moreno Castillo (Universidad de Islas Baleares, España), Dr. Alfonso de Jesús Jiménez Martínez (Universidad del Caribe, México), Dr. Enrique Jurado Navarro (Universidad de Málaga, España).
Además, hacemos extensivo nuestro reconocimiento a los docentes que actuaron en el Comité Científico de Evaluación de ponencias presentadas en diferentes encuentros científicos con carácter internacional, plasmadas en capítulos del presente libro: Dr. Eduardo Salinas Chávez (Universidad de La Habana, Cuba), Lic. María Silvia Bouteiller (Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur, Argentina), Msc. Lucía Tamagni, Dra. Adriana Otero y Msc. Ana María Boschi (Universidad Nacional del Comahue, Argentina).
A todos los integrantes del Grupo de Extensión Gestores Costeros, que de una forma u otra colaboraron para hacer posible nuestro sueño e implementar las acciones de concientización turístico-ambiental previstas en el proyecto. Para ellos, un merecido y profundo agradecimiento, por la energía puesta en la tarea, la colaboración brindada, el apoyo incondicional y la continua disponibilidad que permitió concretar la tarea planificada.
Dra. Graciela Benseny
Directora Proyecto Extensión Gestores Costeros
AGRADECIMIENTOS
El presente libro pone en consideración algunos resultados de tesis de grado para obtener el título de Licenciado en Turismo, tesis correspondientes a estudios de maestrías y doctorados, así como también, trabajos de investigación de cursos de posgrado. De manera particular, se describen diferentes experiencias educativas planificadas y realizadas por alumnos integrantes del Grupo de Extensión Gestores Costeros. Por tanto, nuestro primer agradecimiento está dirigido a todas las instituciones educativas que nos abrieron sus puertas, permitiendo llevar nuestro mensaje y concretar las acciones de concientización turístico-ambiental.
Es nuestro deseo agradecer a la CP. Lic. María Eugenia Libera, quien desde su rol de Secretaria de Extensión y Transferencia de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales en el momento de presentar el proyecto Gestores Costeros, nos entusiasmó para concretar cada uno de los pasos a seguir. Gracias al asesoramiento de nuestra querida “Maru” pudimos cumplir con todos los requisitos formales; sin su ayuda y consejos quizás los resultados hubieran sido diferentes.
También, es nuestro deseo agradecer todo el apoyo recibido del actual Secretario de Extensión, Msc. Raúl de Vega, haciéndolo extensivo a todo el equipo que lidera. Una especial mención para la Lic. María Laura Roberto, quien nos acompaña y facilita la tarea administrativa.
En forma especial, queremos agradecer a todos los evaluadores de cada uno de los capítulos publicados, producto de investigaciones, tanto con carácter de grado como posgrado. Destacando particularmente: Dra. Patricia Ercolani y Dr. Roberto Bustos Cara (Universidad Nacional del Sur, Argentina), Dr. Miguel Seguí Lliñás y Dra. Isabel Moreno Castillo (Universidad de Islas Baleares, España), Dr. Alfonso de Jesús Jiménez Martínez (Universidad del Caribe, México), Dr. Enrique Jurado Navarro (Universidad de Málaga, España).
Además, hacemos extensivo nuestro reconocimiento a los docentes que actuaron en el Comité Científico de Evaluación de ponencias presentadas en diferentes encuentros científicos con carácter internacional, plasmadas en capítulos del presente libro: Dr. Eduardo Salinas Chávez (Universidad de La Habana, Cuba), Lic. María Silvia Bouteiller (Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur, Argentina), Msc. Lucía Tamagni, Dra. Adriana Otero y Msc. Ana María Boschi (Universidad Nacional del Comahue, Argentina).
A todos los integrantes del Grupo de Extensión Gestores Costeros, que de una forma u otra colaboraron para hacer posible nuestro sueño e implementar las acciones de concientización turístico-ambiental previstas en el proyecto. Para ellos, un merecido y profundo agradecimiento, por la energía puesta en la tarea, la colaboración brindada, el apoyo incondicional y la continua disponibilidad que permitió concretar la tarea planificada.
Dra. Graciela Benseny
Directora Proyecto Extensión Gestores Costeros